Llegó nuestro turno,
al fin nos tocaba hacer las máscaras. Y yo, que no soy muy buena en
manualidades, creí que no sería un momento grato el hecho de crear la máscara,
porque me podía quedar mal, pero no fue así. La clase se enfocaba en nosotros
mismos. Partimos en parejas dibujando el contorno de la cabeza de la compañera
en un papel y viceversa, yo fui con mi amiga Belén Georgudis. Luego en el mismo
papel tuvimos que escribir dentro del contorno, de qué forma percibíamos el
mundo y también cómo nos expresábamos hacia él. Esta parte fue muy personal y
de reflexión porque no pensamos ni concientizamos cosas que hacemos todos los
días a través de los sentidos como; expresar sentimientos a través de los ojos
y la boca, o poner atención sólo en lo que realmente nos importa e ignorando el
resto, inconscientemente, por los ojos y los oídos.

Luego
nos tocaba hacer las máscaras. Y yo creo que esta clase es el principio de un
largo camino, para trabajar nuestra motricidad fina, formarnos como
profesionales y lograr hacer nuestras propias ortesis.
La
idea era que una le hacía a la otra la máscara, debíamos entregarnos
completamente a la compañera y confiar en ella.
La profe nos pasó yeso, agua, vaselina,
papelillo y nos dio las instrucciones.
Primero
se tapaban los ojos con el papelillo, para evitar el contacto de los ojos con
el yeso. Luego teníamos que llenar de vaselina en toda la cara, esto era para
que no se pegue a la cara y no duela al
retirarla cuando ya esté seca.
Y
después empezábamos a poner las tiritas de yeso mojadas, que nosotras mismas habíamos
cortado, sobre la cara y las íbamos esparciendo y moldeando hasta cubrirla completamente.
A
mí me daba susto que me hiciera la máscara porque me pone nerviosa el encierro,
y no soportaría estar con toda la cara tapada hasta que se seque el yeso. Pero deposité
toda mi confianza en la Belén. En el momento en que ya estaba acostada sobre la
mesa, dispuesta a que me hagan la máscara, me sentí muy tranquila, confiaba
completamente en la Belén. Es más, se me hizo muy corto, yo pensé que duraría
más. La Belén me iba hablando y explicando lo que hacía para que no me asustara
si sentía algo raro y no me sintiera sola. En un momento me dio mucha risa y me
decían que por favor no me moviera! Y no podía evitarlo, y sentía que quería reírme
a carcajadas, pero iba a romper la máscara! Al final se desarmó un poco, pero
como no estaba seca todavía, se arregló. Cuando se la hice a mi amiga, le pasó
lo mismo y fue muy chistoso. Y cuando me la sacaron me sentí completamente
realizada, superé mi miedo, logré hacer la máscara a mi amiga sin problemas y
muy cuidadosamente. En fin, quedé muy agradecida, siento que me superé a mí
misma y fue una clase muy entretenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario